El prestigioso economista argentino Bernardo Kliksberg, asesor de la ONU, la Unesco, la OEA y la OPS, entre otros organismos mundiales, destacó que el capitalismo salvaje que se aplicó en la década pasada expulsó a millones de personas hacia la pobreza y que en Argentina el gobierno de Carlos Menem tomó recetas radicalizadas de esas políticas. Asegura que sólo si la ética comanda la economía es posible concebir un desarrollo que ponga al hombre en el centro de la escena. Criticó fuerte a los economistas ortodoxos y remarcó que la crisis no se superará si no se soluciona el problema de la desocupación.
En un mano a mano con PUNTAL, describió el escenario actual, sus orígenes y las posibilidades a futuro, de América Latina y de Argentina. Además, remarcó los casos de Chile, Uruguay y Brasil. De Argentina: “Aún hay muchas cosas por hacer”, dijo.
-¿Cómo ve el escenario económico actual?
-Estamos en un momento muy delicado del planeta. Esta no es una crisis más, es la peor crisis mundial desde 1930. La destrucción de los puestos de trabajo en los EE.UU. es la mayor desde aquel año. En los últimos 21 meses se destruyeron 7 millones de empleos. Y la tasa total de desocupados, más subocupados, más desalentados -que son los que decidieron retirarse del mercado del trabajo- es actualmente del 17%. Eso significa que la economía ha expulsado a más de 27 millones de personas en EE.UU. Esta es una crisis devastadora en la economía americana.
-¿Cree que, como dicen algunos, ya estamos saliendo de la crisis?
-Es curioso, pero algunos dicen que ya estamos saliendo de la crisis salvo por la desocupación. En realidad están dando un razonamiento estrecho y mezquino, porque lo más importante de todo es la desocupación. Es lo más importante desde lo ético. En el último libro que hice en coautoría con el premio Nobel de Economía de 1998, titulado “Primero la gente”, decimos que la economía debe estar comandada por la ética. Y eso en términos prácticos quiere decir que la prioridad número uno de la economía es darle trabajo a todo el mundo. Si falla en eso no hay ningún cimiento sólido, porque si no se mejora la desocupación van a seguir muy mal los mercados de consumo, muy mal la formación de ahorro y por lo tanto la inversión. Que la gente tenga trabajo es la base de todo, y eso anda mal y sigue muy mal.
-¿Cómo se sale?
-La crisis se va a corregir en la medida en que se ataquen las causas. Y las causas que normalmente en nuestro país los economistas ortodoxos suelen presentar como causas no son las estructurales.
-¿Cuáles son esas causas?
-En primer lugar que el Estado de los Estados Unidos durante la presidencia de Bush abandonó la protección del interés colectivo. Desreguló salvajemente distintos mercados, entre ellos el de la contaminación, sacó todas las reglas de protección del medio ambiente y agravó seriamente los niveles de contaminación. Desde eso, hasta que desreguló los mercados parafinancieros, que son fundamentales. Al hacer esto, bajo el argumento de que se iban a autorregular, dejó todo para lo que el presidente Obama llama “la codicia desenfrenada” como origen de la crisis. Que surgió porque los mercados fueron totalmente desregulados. Entonces el Estado falló éticamente en una función central. La segunda causa ética de la crisis es la conducta de algunos importantes empresarios, de los Ceos. Y particularmente los que dirigían los grandes bancos y los fondos de inversión. En un ambiente donde no tenían ninguna regulación desarrollaron una conducta que se la denomina de incentivos perversos: las ganancias de ellos estaban ligadas a que las empresas ganaran el máximo a corto plazo. Y como no tenían regulaciones hicieron todo lo posible para ganar el máximo y que las empresas ganaran a corto plazo. Entonces las intoxicaron con hipotecas basuras, con derivativos sin base patrimonial, con inventos financieros que no tenían ninguna vinculación con la realidad y crearon una burbuja especulativa gigantesca que finalmente explotó y arrastró a gran parte del pueblo americano. Entonces, hubo gran inmoralidad de muchos jefes empresariales que jugaron al corto plazo sin preocuparles para nada lo que iba a suceder con sus empresas, ni con la economía, ni con el destino de la gente.
La tercera falla ética está en las entrañas de este capitalismo salvaje. Ya lo denunciaba el Papa Juan Pablo II permanentemente: el fundamentalismo de mercado es malo para la gente. Tiene dos grandes problemas: uno ético, que empeora las condiciones de vida de todos los sectores vulnerables de la población. Se aplicó en Argentina en los ‘90 lo mismo que se aplicó en Wall Street de parte de Bush, y destruyó no sólo la calidad de vida de los trabajadores, sino a la clase media. En esa época, 7 millones de personas dejaron la clase media para pasar a ser nuevos pobres en la Argentina.
El fundamentalismo de mercado es una doctrina que no tiene consideraciones éticas de ningún tipo y que exalta el egoísmo, y que además es mala economía, porque donde se aplica destruye. Lo de EE.UU. es una prueba total de la historia porque ha puesto de rodillas la economía más poderosa del planeta, y en un corto tiempo.
-¿Qué lecciones se sacan de esto para América Latina?
-Primero no más fundamentalismo de mercado. Ha sido nefasto en América Latina y en EE.UU., pese a que sigue habiendo economistas ortodoxos, argentinos y latinoamericanos que ignoran todo esto. Ellos dicen que es un desajuste parcial, un momento del ciclo económico, y que basta con que los bancos sigan funcionando. No entienden la realidad. Es mala economía. Se necesita un modelo económico integrado, que ya existe en el país que es el número uno en la tabla de desarrollo humano de las Naciones Unidas: Noruega. Este país encabeza desde hace 10 años la tabla de logros de todo tipo, desde los macroeconómicos hasta los tecnológicos y los humanos. Allí es donde la gente vive más años, todos los jóvenes pueden terminar la universidad, la pobreza es 0%. De paso, es el único país del mundo que no fue afectado por la crisis.
Tiene políticas públicas que regulan totalmente el funcionamiento de los mercados y no permiten la especulación, ni prácticas financieras arriesgadas, ni que los bancos se endeuden. La empresa privada debe regirse por niveles de responsabilidad social muy altos. En la agenda pública de Noruega lo principal es la salud, la educación y el trabajo; y la sociedad está llena de valores solidarios.
-¿Eso es aplicable en América Latina?
-Absolutamente.
-¿Pese a la gran desigualdad?
-Sí, es la región más desigual del planeta. El 10% más rico tiene 50 veces lo que el 10% más pobre. En España, es 10 veces. Pero hay dos países que son los más equitativos de América Latina, que muestran que se puede. Uno es Costa Rica, que no tiene petróleo ni carbón, ni nada. Sin embargo, es el lugar de América Latina donde la gente vive más años y es más educada. En 1948 disolvió las Fuerzas Armadas, no tiene gasto militar. Y a ese gasto la sociedad lo apostó a salud pública en primer lugar, y a educación en segundo lugar. Y con educación y salud la desigualdad es menor. Y el otro caso es Uruguay. El gobierno de Tabaré Vásquez hizo algo que no pudieron hacer ninguno de los grandes de la región: bajó la pobreza significativamente, mejoró la salud y la educación. Y tiene el 65% de imagen positiva. Pero además se propuso que todos los chicos pobres entraran al mundo digital, y lo logró. Hoy todos los chicos tienen una computadora en el aula, han sido entrenados para utilizarlas y ha metido a sus padres en el mundo de la computadora. Es un avance fenomenal y un factor de igualdad. Lo hizo Lula en Brasil con una fuerte reducción de la pobreza y el hambre. Lo hizo Bachelete en Chile cuando extendió la protección social a todas las personas mayores de 65 años. En Argentina se hizo algo pero hay que hacer mucho más. Hay un programa que hizo el ministro Filmus y que toma a los chicos que abandonan el secundario (el 50%) y los ayuda a dar las materias pendientes.
-¿Cómo ve el tema de la pobreza en Argentina?
-Deberíamos lograr una sociedad solidaria, que se sensibilice ante la pobreza, que debería ser el tema central. Cuando la Iglesia reclama tiene toda la razón del mundo, debe ser el tema central para todos los argentinos. Es indignante.
“El crecimiento sólo no alcanza para combatir la desigualdad”
-En los últimos años el fuerte crecimiento no solucionó la desigualdad, ¿por qué?
-El crecimiento sólo no reduce ni la pobreza ni la desigualdad. Porque si la sociedad es muy desigual y no hay políticas muy enérgicas para sacar a los pobres de las trampas de la pobreza, no se soluciona. Qué quiero decir con trampas de la pobreza: que si un chiquito nace en una villa miseria, lo más probable es que sea desnutrido, que tenga problemas de salud importantes, que lo manden a trabajar (más del 20% de los menores de edad de los sectores pobres de América Latina trabajan), no va a poder terminar la primaria y si lo hace, no podrá terminar la secundaria y entonces no tendrá inserción en el mercado del trabajo. Eso es una trampa de la pobreza. Sólo se quiebra con políticas públicas muy activas a favor de los pobres. Porque puede crecer el Producto Bruto todo lo que quieras, y cuanto más crezca está bien, pero no saca a los pobres de esas trampas de la pobreza. Deben existir políticas para que haya salud para todos, educación pública para todos, servicios públicos para todos. Por lo pronto en Argentina hay más de un millón de personas indocumentadas, que quiere decir que no existen, no pueden anotarse en una escuela, no pueden casarse, no pueden tener ningún bien. Son los más pobres de los más pobres.
-¿Es optimista con Argentina?
-Sí, porque para mí tiene lo más destacado de todo, que es un fondo de valores éticos solidarios muy importante.
Perfil
Bernardo Kliksberg es hijo de inmigrantes judíos polacos muy humildes, es doctor en Economía y en Ciencias Administrativas, Contador Público y licenciado en Sociología y en Administración, todos títulos de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente reside en Estados Unidos y es asesor de organismos y agencias internacionales como la ONU, el BID, Unicef, Unesco, la OEA y la OPS. En su rol de asesor de las Naciones Unidas colaboró con distintos países de la región, en las áreas vinculadas a la pobreza, y en el caso de la Argentina asesoró durante la gestión de Néstor Kirchner a los ministerios de Salud, de Desarrollo Social y de Educación. El último de sus 47 libros se titula “Primero la gente”.
Gonzalo Dal Bianco
gdalbianco@puntal.com.ar